viernes, 22 de enero de 2016

La soberanía de Dios





La soberanía de Dios representa la capacidad de poner en práctica su voluntad . El Altísimo, Señor del Cielo y de la tierra, tiene poder ilimitado para hacer lo que haya resuelto. Al ser absolutamente independiente, Dios hace lo que le place. Nadie puede disuadirlo, nadie puede obstaculizarlo. En Su Palabra, Dios declara: "Yo soy Dios, y no hay otro Dios; y nada hay semejante a mí. . . "que digo: 'Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero'" Isaías 46:9-10). Nabucodonosor, el Rey de Babilonia, edificó obras arquitectónicas que fueron clasificadas entre las Siete Maravillas del Mundo. Aún así, alabó la soberanía del Altísimo. "Cuyo dominio [el de Dios] es sempiterno, y su reino por todas las edades. . . Y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra. Y no hay quien detenga su mano...” (Daniel 4:34-35). 

Soberanía divina significa que Dios es Aquel que se sienta en el Trono del universo y toma el control de la naturaleza, permite que los dirigentes políticos sean elegidos, porque Él es autoridad por encima de toda autoridad humana. Tiene poder sobre la muerte , porque a través del Espíritu Santo Jesucristo fue resucitado al tercer día y poder sobre la enfermedad.  Él es Dios en nombre así como en todas las cosas, dirigiendo todas las cosas, y "el que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Efesios 1:11). En medio de la aflicción que Dios permitió en su vida, Job reconoce la grandeza y esplendor de Dios en contraste con su propio orgullo y pecado. "Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti" (Job 42:2). Finalmente, Job reconoce que los propósitos de Dios son supremos y que Él es soberano. 


La Confesión de fe de Westminster dice: "Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede."

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